IALUNA 2.0

 

Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. Sólo el mar estaba en todas partes. El mar era la madre. Ella era agua, era río, laguna, quebrada y mar. Así, primero sólo estaba la madre. La madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era Aluna. Ella era espíritu de lo que iba a venir y ella era pensamiento y memoria. Así la madre existió solo en Aluna, en el mundo más abajo, sola.

 Gerardo Reichel-Dolmatoff

 

En noviembre de 2022, la UNESCO declaró como patrimonio inmaterial de la humanidad los saberes ancestrales de los pueblos indígenas Kogui, Arawak, Wiwa y Kankuamo, de la Sierra Nevada de Santa Marta, lo que incluye su cosmogonía, la cual representa el saber ancestral de los hermanos mayores; que enseña el debido equilibrio entre el hombre y la madre naturaleza.

Pese a esto, la Sierra Nevada y la comunidad Kogui continúan amenazadas por distintas problemáticas: en los últimos    años ha incrementado considerablemente el asesinato de líderes indígenas en la zona, sus territorios han sido usurpados por las empresas privadas y la hotelería ilegal, y los miembros de la comunidad presentan una muy elevada y riesgosa tasa de alcoholismo. La pérdida de sus montes sagrados empezó en los años setenta, con el cultivo ilícito de la mariguana, problemática que se acrecentó considerablemente en los años ochenta, cuando se dio una masiva producción del estupefaciente conocido como cocaína. Durante estas cinco últimas décadas, a sus territorios han llegado diferentes grupos armados y agentes involucrados con el narcotráfico en la región, lo cual ha causado innumerables pérdidas humanas, como consecuencia de la violencia, así como una enorme pérdida de los invaluables territorios sagrados y saberes ancestrales que estos pueblos originarios han resguardado durante siglos.

Por otro lado, es interesante percibir cómo, en paralelo a esta violencia, la vida cotidiana de las comunidades Kogui y Arahuaco han sido permeadas por las tecnologías (dispositivos móviles, redes sociales, aplicaciones), las cuáles han entrado en un complejo diálogo con su sistema de creencias o incluso lo han modificado. Esta irrupción tecnológica ha hecho, por ejemplo, que los adolescentes idealicen estereotipos mediáticos ajenos a su entorno natural y que generen un deseo por el consumo desmedido de imágenes electrónicas, las cuales hasta hace muy poco tiempo no eran una prioridad en sus vidas cotidianas. El uso de estas tecnologías está transformando e hibridando de forma visible su sistema de creencias, alterando, en cierta medida, aspectos de su cosmogonía y creando nuevas formas auto representación. Así pues, es frecuente ver entre ellos el uso de aplicaciones como “Merlin Bird ID” o “Night Sky” en sus celulares, para confirmar-reconocer el nombre de las aves a partir de sus cantos o tener una relación táctil con los astros que configuran las constelaciones.

No solo esto; su lenguaje también está siendo modificado paulatinamente por el uso de estas nuevas tecnologías. Ahora, en actos ceremoniales como los pagamentos, sucede ocasionalmente que se escuchan términos como “subir”, “cargar información” o “publicar encomienda”. Un fenómeno a través del cual muta la forma misma de relacionarse con las entidades superiores, al establecerse el empleo consiente de los término influenciados por plataformas de amplio uso en la comunidad (como Facebook, TickTock e Instagram), adaptados a su realidad particular. Pero la incursión de la tecnología no puede tildarse de negativa de una manera simplista. En una ocasión, el Mamo Agustín (mamo es, dentro de los kogui la persona que puede intermediar entre las fuerzas celestiales de los universos paralelos y los seres humanos) me comentó al respecto que “el celular es solo una herramienta, como puede ser un machete o un cuchillo y en la voluntad de acción se determina su función e impacto en el mundo”.

IALUNA es un proyecto que integra las palabras Aluna (diosa y ser trascendental de la cosmogonía kogui, desde la cual se ha creado lo que existe, y que en su idioma significa “pensamiento” u “océano”), con la sigla I.A. (Inteligencia Artificial). Un nombre híbrido (nuevas formas de sincretismo) que pretende señalar este complejo diálogo. Un diálogo imprevisible, dadas las dimensiones múltiples que surgen de los cruces entre algunos elementos ancestrales de estas culturas, con aspectos sustantivos de la disrupción tecnológica, y sus posibles reverberaciones al largo plazo en este mundo mediado por la pantalla digital.

La serie fotográfica ha sido realizada paulatina e intermitentemente durante varias e intensivas incursiones al interior de las comunidades, desde el año 2019, en la vertiente norte de la Sierra Nevada de Santa Marta. Pensando en esa impresión que en un principio me causaba ver los rostros hipnotizados de los niños al ser iluminados por las pantallas de sus dispositivos móviles en medio de la oscuridad nocturna de la sierra, donde la electricidad y el alumbrado escasean, estas imágenes me introdujeron a exploraciones sobre el acto fotográfico mismo, que modela a los cuerpos y las entidades a partir de la luz.

A partir de esa primera serie fotográfica, empecé a imaginar un modo de integrar algunos de los elementos culturales de esta comunidad: por un lado, los usos rituales de la hoja de coca (jayo, en lengua kogui). La hoja de coca es un ser animado y constituye un pilar fundamental de su cosmovisión, y es vital para los rituales y trabajos espirituales; cuenta con altos componentes medicinales y sanadores, muy en contraposición a la estigmatización y violencia asociada alrededor del estupefaciente que de esta planta procede; la cocaína. Por otro, la importancia del tejido (goné). El tejido es para los kogui una imagen del mundo cosmogónico; el telar ejemplifica los cuatro puntos cardinales de sus centros ceremoniales, y los pone en diálogo con Serankua, el dios de la creación. De este modo, tejer es una acción que se ejecuta desde el pensamiento, y por medio de ella se materializan las construcciones de arquitectura liviana, las vestiduras y las mochilas, y se entrelazan las afectividades de la comunidad.

Opté entonces por dejar la impronta de las imágenes con la técnica de la clorotipia: proceso fotosensible totalmente natural, en el cual, por medio de la oxidación vegetal de la clorofila en las plantas, se puede revelar una imagen en la superficie de las mismas. Para cada imagen se tejió con hoja de jayo una superficie en forma de mándala, posteriormente se dispuso, sobre esta suerte de tejido, una matriz fotográfica obtenida previamente con un dispositivo digital. Esta matriz, prensada sobre dos vidrios, era expuesta posteriormente a los rayos ultravioleta por un tiempo aproximado de tres días, en los que simplemente reposaban al sol. Este proceso  logra transferir sobre las hojas de coca la imagen sintetizada. Para concluir, las imágenes vegetales fueron re-fotografiadas e impresas sobre una superficie metálica de aluminio; permitiendo la conservación prolongada de estas sensibles huellas lumínicas

Además de estas imágenes, inicialmente analógicas y capturadas con la cámara fotográfica, otras e-imágenes que las complementan han sido producidas sin hacer uso del dispositivo fotográfico: se trata de representaciones digitales, infografías, o “foto-síntesis” creadas a partir de palabras simbólicas, haciendo uso de un programa de inteligencia artificial (Dall-E). Las palabras o frases (prompts) utilizadas para crear las imágenes sintéticas fueron extraídas de los mitos y leyendas que constituyen la cosmogonía kogui. Esto con el fin de hibridar en una sola imagen la trascendencia espiritual de la hoja de coca y la tradición oral que ha sobrevivido a través del tiempo en los pueblos originarios de la Sierra Nevada. Las imágenes “foto-síntesis” obtenidas con la inteligencia artificial y la hoja de jayo buscan preservar la imaginería kogui, amplificando el conocimiento cosmogónico y ancestral de los hermanos mayores.

Los hermanos mayores tienen un propósito vital en la Sierra Nevada de Santa Marta, que constituye su piedra angular en el mundo terrenal. Este llamado fue encomendado por su mayor deidad, Aluna. Consiste en la ardua pero bella tarea de recordar a sus hermanos menores (el hombre blanco) la vital importancia de cuidar y preservar los recursos naturales. Sus enseñanzas de pagamento y protección espiritual nos recuerdan que el sistema ecológico está en riesgo de perder su balance y equilibrio. Estas imágenes pretenden continuar amplificando y expandiendo el mensaje divino de los jaguares, protectores del corazón de la tierra; quienes solicitan amorosamente respetar, cuidar y proteger a la gran madre naturaleza, preservando el legado inmaterial que atesoran los corazones del pueblo indígena de nuestro territorio.

Profundo agradecimiento a la familia Chimonquero por permite ingresar a su amoroso hogar y enseñarme a caminar bonito por la sierra. 

JAVIER VANEGAS

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