Frente a la mutabilidad y la posible desaparición del álbum familiar como objeto.
Una tarde paseando por los pasillos de una empresa, me vi tentado a echar una ojeada por cada uno de los módulos que conforman las oficinas; para mi sorpresa, me encontré con un gran números de imágenes que se hallaban instaladas como fondo de pantalla; fotografías de personas a las cuales evidentemente no conocía, pero que, de seguro, tenían una estrecha relación con cada uno de los individuos que habían decidido ponerlas bajo este soporte. Este encuentro me hizo reflexionar acerca de las diferentes transformaciones que ha sufrido la imagen fotográfica y las diferentes aplicaciones que ha tenido en términos socio-culturales por el paso de su corta historia. De alguna manera, las imágenes digitales no solo se nos presentan filtradas, sino también denuncian un síntoma, una nueva ubicación, y una nueva forma de relacionarse con el observador. Este contenedor (pantalla de computador) adquiriría un nuevo valor agregado: la noción de portarretrato.